miércoles, 5 de octubre de 2011

Hugo Candelario, el hechicero


Cuando Hugo Candelario toca la marimba, el Pacífico se desborda. Currulaos, rumbas, arrullos, aguabajos, alabaos,patacorés, barajús se van derramando sobre nuestros oídos con tanta musicalidad y tanto sabor a ancestros que a lo lejos, en todo el centro de nuestra humanidad, el ritmo se afianza con tanta vida propia que nos hace viajar al corazón de la manigua, cerca de las playas oceánicas.




Los sonidos acampanados de su instrumento parecen constelación de estrellas que, de momento, entran en el cuerpo con una sensualidad de ola de mar desmayada, inundando de aire marino no solo nuestra propia vida terrena si no también el ánima.



Porque la transformación musical que sentimos, inunda los sentidos con atrevida fiereza de selva, a veces, con languideces de siesta en otras o con sonidos de perlas brotados del fondo de la mar.



Son olas diferentes. Unas se estrellan con fuerza avasalladora sobre el malecón de nuestra propia existencia, otras mueren sin sentido, doblegadas, heridas en las playas receptoras de la vida y esotras despliegan su anchura de tul para que sus rítmicas burbujas acaricien el lustroso cuerpo de la mulata en celo.



Hugo Candelario y su marimba producen eso. Puede tocar cualquier ritmo: el currulao, el pango, el andarele, la madruga, el tigurandó, que todos de consuno, se perfilan en el aire con tan marcada explosión de constelaciones que por encima de ella se ve, a lo lejos, el incitante movimiento de las fantasmales caderas de la negra Severina.



Los cununos, el guasá, los bombos, la marimba, la chirimía, todos a una, en procelosa procesión de acordes llegan sumisos ante el hechicero Hugo Candelario para que, con sus manos y su boca, haga surgir los conjuros ignotos y brote el aquelarre de las notas y sonidos para que se esparzan por el aire en tumultuosas olas musicales.



Porque es que cuando Hugo Candelario toca la marimba, el Pacífico se desborda.


Publicado por Rafael Araujo Gamez en:

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